El proyecto de Touro es un cúmulo de despropósitos que no tiene fin
La destrucción de toda una comarca marcada por la depredación de la minera
La amenaza del Camino de Santiago en su ruta del Camino Francés a las puertas del nuevo Xacobeo 21 en su último tramo antes de entrar en Santiago, la destrucción de la Ruta del Holandés recientemente señalizada con fondos públicos, la destrucción del Castro da Copa en el que ya se plantaron y replantaron eucalíptos como medida irónica de recuperación de la zona por parte del titular de la concesión, el camino histórico do VINTE ruta utilizada por los vecinos y que pasaría a ser de titularidad y uso exclusivo de la minera, el contundente informe de ICOMOS emitido en octubre de 2018, pensamos que podrían ser más que motivos suficientes para que la administración autonómica gallega que estos días presume en Madrid de Galicia Calidade, en FITUR, pero no es así, bien podríamos decir entonces que se está engañando en esa oferta al mundo.
Por si ello no fuera suficente, también se cuenta con informes contrarios al proyecto que demuestran la amenaza al patrimonio natural con innumerables especies, de flora y fauna, que se verían aniquiladas y exterminadas en a zona, como así o señalaron la Federación Ecoloxista Galega, la Sociedade Galega de Historia Natural o la Asociación Drosera, sin posibilidad alguna de recuperación posterior.
En el día en que se cumple un año desde la rotura de una enorme balsa minera en Brumadinho en Brasil, que ocasionó casi 300 muertes, nos enfrentamos a un proyecto en el que expertos han demostrado que la amenaza y riesgo de rotura demostrado de las enormes balsas de lodos con residuos a perpetuidad y riesgo para las vidas de personas y cualquier otro ser vivo de la zona, hasta la propia Ría de Arousa, las gravísimas e irreparables consecuencias ambientales y económicas que un accidente de estas características supondría, como así lo manifestaron informes independentes de expertos como el profesor Steven Emerman.
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Este proyecto supone la destrución del medio de vida de cientos de personas que tienen aquí sus hogares, sus tierras, su día a día y su medio económico centrado en la ganadería, la agricultura, el sector forestal, las industrias agroalimentarias, el turismo, vinculado principalmente al Camino de Santiago, y los servicios vinculados a estas actividades, que se ven seriamente amenazadas por este proyecto de megaminería, como así lo manifestó el Sindicato Labrego Galego en relación a las explotaciones ganaderas.
Por si no fuera suficiente, la herencia contaminada que desde hace 30 años sufre este territorio, fruto de la inexistente restauración ambiental de la anterior explotación minera, cuya recuperación nunca se consiguió, drenando ácido a los ríos y acuíferos procedentes de la mina no restaurada perpetuando los daños a nuestras aguas, como así quedó demostrado en las múltiples denuncias de asociaciones como Petón do Lobo, Salvemos Cabana, Adega o Aldea Viva.
Un proyecto que condena a los habitantes a convivir con camiones diariamente circulando a la puerta de sus casas, de sus familias, transportando diariamente entre 9000 e 16000 kg de explosivos, para su posterior detonación a menos de 1000 metros del Camino Francés y a menos de 200 metros de las vivienda y de todo el medio natural, en varios kilómetros a la redonda la fauna se verá auyentada irremediablemente, abandonando totalmente la zona y su entorno, además de las graves consecuencias que le polvo en suspensión potencialmente cargado de metales pesados puede alcanzar no solo la afectación a la población y los terrenos cercanos sino a todo el entorno que rodea la explotación en varios kilómetros a la redonda, llegando incluso más allá de la ciudad de Santiago, localidades como Arzúa, Vila de Cruces, Boqueixón…
Poco se menciona también el engaño permanente que los promotores tienen con la sociedad jugando al despiste, presentanto un proyecto inicial de casi 700 hectareas de toda la concesión, y dando por hecho a sus inversores en la bolsa de Londres la explotación de toda la concesión que supera los 150 kilómetros cuadrados, algo totalmente aberrante a las puertas de la capital de Galicia.
Resulta inaudito que a la vista de todas estas evidencias no se deniegue ya este proyecto inviable, con la ley en la mano y teniendo en cuenta que los promotores ya han demostrado en todo este tiempo, que ya van tres años, su incapacidad e inexperiencia en hacer bien las cosas, como así lo demuestran las innumerables denuncias de contaminación y las sentencias con las que cuenta la multinacional que pretende quedarse con toda la concesión.
La experiencia vivida en la comarca de la anterior explotación, nos dice del grave error cometido, de los irreparables daños medioambientales. A día de hoy se vive con el temor del regreso de la minera que acapararía más terrenos, expulsaría a la población de sus medios de vida, con terribles consecuencias, una amenza no solo a los pobladores más cercanos, nadie emprenderá ni querrá vivir allí donde pueda tener alcance los efectos tanto directos como secundarios de la minera, en esto no se tienen en cuenta los daños colaterales que son infinitos y solo los necios pretenden ocultar o minimizar.